La Organización Mundial de la Salud (OMS) generó un gran revuelo con el informe en el que desaconseja el uso de edulcorantes no azucarados para bajar de peso. “Consumir estos productos no ofrece beneficios significativos a largo plazo para reducir la grasa corporal en adultos o niños. Los endulzantes que sustituyen al azúcar tampoco ayudarían a reducir las enfermedades no transmisibles (ENT), como el cáncer o la diabetes”, indicó la OMS, que también advirtió que un uso prolongado de edulcorantes aumentaría los riesgos de padecer diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y muerte prematura en adultos.
El informe aplica a todos los endulzantes libres de azúcar, desde la sacarina y la sucralosa hasta la stevia, incluyendo los que se integran en alimentos y bebidas, como los conocidos refrescos “cero”.
Alerta de la OMS: el aspartamo, un edulcorante utilizado desde 1980, podría ser cancerígeno“Este anuncio dejó sobre el tapete una información que los médicos venimos divulgando hace tiempo que es que los edulcorantes no son buenos para la salud”, dijo el médico especialista Facundo Pereyra, autor del best seller “Resetea tus intestinos”. “Hay algunos edulcorantes que son realmente dañinos, el aspartamo o la sucralosa tienen efectos en detrimento de la microbiota, o sea, son perjudiciales para la microbiota y algunos reportes hablan de que pueden aumentar el consumo crónico diario, puede aumentar hasta cuatro veces la aparición de la mayoría de los cánceres en el ser humano”, dijo.
Pereyra, especialista en medicina interna, gastroenterología y endoscopía digestiva, aconseja regular su uso: “hay que empezar a educar a la población de que la vida sin azúcar es más dulce y que tenemos que empezar a acostumbrar nuestro paladar y hacernos el hábito de elegir no endulzar las cosas”.
Edulcorantes artificiales vs. azúcarCon respecto a las regulaciones -en Argentina ya comenzó a implementarse la Ley de Etiquetado Frontal- el médico insiste en que debería haber un etiquetado que advierta sobre los edulcorantes, especialmente para que se tome conciencia de que tampoco es saludable ingerir tanto edulcorante. “Cuando vos ingerís algún edulcorante y aunque no es azúcar, tu cuerpo libera insulina igualmente, y el exceso de insulina, con el tiempo, hace que el cuerpo se vuelva más resistente y genere la llamada insulinorresistencia, que es la madre de muchas enfermedades. Es la puerta entrada a la diabetes, la obesidad, al sobrepeso”, explicó.
“Mi merienda consiste en ingerir yogur entero con canela y semillas de chía. Desde que decidí no ponerle más edulcorante estuve un tiempito para acostumbrarme y mi paladar se acostumbró enseguida. Ya no necesito más el edulcorante, es una cuestión de costumbre”, aseguró Pereyra. Aconsejó disfrutar el azúcar que ya existe en cada alimento, especialmente en las frutas.
Los edulcorantes son sustancias utilizadas para proporcionar un sabor dulce a los alimentos y bebidas sin agregar calorías significativas o azúcares naturales. Estos compuestos, también conocidos como sustitutos del azúcar, son una alternativa popular para endulzar los productos alimenticios, especialmente para personas que desean reducir su consumo de azúcar o controlar su ingesta calórica.
Hay diferentes tipos de edulcorantes disponibles en el mercado, cada uno con características y propiedades únicas. Algunos de los edulcorantes más comunes son los artificiales sintetizados en laboratorios como el aspartamo, la sacarina y sucralosa. Los naturales derivados de plantas como la stevia y, por últimos, los polialcoholes conocidos como polioles, una clase de edulcorantes que se encuentran de forma natural en algunas frutas y vegetales, y también se pueden producir de manera sintética como el xilitol, el eritritol y el sorbitol.
Cómo trabaja la OMS
“Sobre esta noticia me preocupa que la gente va a volver a consumir azúcar cuando, en un punto, el exceso de azúcar también es malo. Todo en exceso es malo. Entonces, ni mucho azúcar ni mucho endulzante, pero nada es carcinogénico definitivamente con evidencia en humanos”, puntualizó Mónica Katz, médica especialista en nutrición y autora de los libros “Somos lo que comemos” y “La no dieta”.
“La OMS tiene dos instituciones. Una se llama Gepsa, que investiga periódicamente aditivos alimentarios. La otra es el IARC, que investiga carcinogénicos no alimentarios, todos: radiación iónica, atómica o tabaco”, explicó
Katz agregó: “¿Cómo clasifica IARC los carcinogénicos potenciales? Tiene clase 1, 2A, 2B y 3. Para dar una idea, grupo 1 son aquellas sustancias que tienen evidencia importante en humanos. Tabaco, alcohol, carne procesada (embutidos, chorizos, ahumados). Hay mucha evidencia en humanos. Entonces lo clasifica como directamente carcinogénico. Por supuesto que tenés que comer más de 100 gramos de jamón todos los días para que te produzca cáncer. Luego está el 2A y el 2B. El 2A significa que hay muy poca evidencia en humanos, mucha en animal. Y el 2B, que es donde se colocó al aspartamo, implica que no hay nada de evidencia en humanos. Es decir, no es suficiente, por lo que hay que investigar, y sí hay evidencia moderada en animales. Ahí se colocó ahora el aspartamo. Es decir, se clasificó 2B de IARC con la sigla que significa ‘posiblemente con capacidad de generar cáncer’. Con lo cual lo único que hay que controlar es la ingesta diaria adecuada, que para el aspartamo es 40 miligramos por kilo de peso de la persona por día. Quiere decir que una persona de 70 kilos tendría que consumir 280 miligramos por día para que potencialmente sea riesgoso. Pero te cuento, por ejemplo, 100 gramos de gaseosa tiene 24 miligramos, es decir que habría que consumir muchos litros, 10 litros de bebida con aspartamo para que superemos la dosis adecuada. Y los estudios muestran que, por ejemplo, en los chicles y remedios endulzados con aspartamo no se llega a más de 20 0 30 mg diarios, según los estudios que se han hecho”.
Según la ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) el consejo es consumir muy poco aspartamo: “si se puede, stevia, azesulfame K, sucralosa, es decir, un poco de cada uno. Y, en bebidas, lo ideal también sería consumir agua más que gaseosas”.